miércoles, 29 de julio de 2009

jueves, 23 de julio de 2009

domingo, 5 de julio de 2009

Para Lorenzo

No quisiera perderte, al menos, hasta haber hecho el amor con vos cada uno de los días que tiene la semana... Incluyendo sábado y domingo. Hasta que pudiera haberte recorrido con mi boca desde la frente hasta la parte más baja de tu cuerpo, hasta haber dejado que mis manos toquen desde tu cabello hasta la planta de tus pies.

No quisiera perderte, seguro que no, hasta haber visto un amanecer a tu lado, y que hayas visto un ocaso al lado mío. Hasta que lograra tenerte entre mis brazos una mañana, una tarde y una noche... y hasta que me hayas sentido una noche, una tarde y una mañana.

No quisiera perderte, claro que no, hasta que hayamos pasado por el frío de un invierno, por las flores de una primavera, por el calor de un verano, y por la caída de las hojas de un otoño.

No quisiera perderte, lo sé, hasta habernos mojado con la lluvia, hasta habernos quemado con el sol. Hasta conocer el punto exacto en que brotan tus lágrimas, las dos, las de felicidad y las de dolor, y que conozcas el momento justo en el que desbordan las mías.

No quisiera perderte, por supuesto, hasta conocer tu canción favorita, tu color preferido, tu perfume más dulce y el color de las paredes de tu cuarto. Hasta haber descubierto la forma de hacerte reír y llorar, de abrir la coraza que protege al corazón, de penetrar en el cielo de tus ojos. Hasta saber lo que pensás sin necesidad de pronunciar palabras. Hasta comprender el significado de tus suspiros.

No quisiera perderte, por favor, antes de dormir una noche completa abrazado a vos, y vos una noche completa abrazado a mí. Hasta que sueñes a mi lado mientras te miro y hasta que sueñe a tu lado y me mires vos. Hasta que quedemos vencidos por el cansancio.

No quisiera perderte, no todavía, hasta que tome la fuerza y la seguridad para confesarle a Dios que he vuelto a creer en un hombre. Hasta que lo diga sinceramente, hasta que logre tener la convicción que sos la excepción a la regla. Hasta que, honestamente, pueda aceptar que me equivoqué con las generalidades.

No quisiera perderte, en serio que no, hasta que se desprendan los secretos escondidos en tu alma y que pueda entregarte los míos sin miedo al reproche. Hasta que no se necesiten palabras para comprendernos. Hasta que te duelan los labios de tanto besarte y me duelan las manos de tanto tocarte.

No quisiera perderte, al menos, hasta conocer cada hueco de tu cuerpo, hasta saber que, si no estás, podría reproducirlo solamente cerrando los ojos y pensándote. Hasta haber hecho el amor de noche con la luz encendida, y de día con los ojos cerrados. Hasta que me lo hayas pedido y te lo haya rogado.

No quisiera perderte hasta el momento exacto en el que te dieras cuenta que no podrías estar lejos de mí... Sería entonces cuando tendría la plena certeza de que no te perdería jamás.